Fue a través de la música y el estilo en el vestuario de sus bandas favoritas que Wendy Pozo, 46 años, comenzó a interesarse en el mundo del diseño y la sastrería. Ese camino por el que optó como carrera profesional la ha llevado a mostrar sus creaciones en eventos internacionales como el reciente Festival de Cine de Cannes. Además, en 2023 fue nombrada como una de las 100 personas más innovadoras de Latinoamérica, según Bloomberg.

“Mi trabajo proyecta a Chile como un país que no sólo exporta materias primas, sino también ideas, arte y diseño con profundidad”, indica Wendy Pozo.

El origen de una pasión por el diseño

⁠¿Cómo empezó tu interés por la moda y qué momento clave te hizo decidir convertirlo en tu carrera?

Mi interés por la moda nació a través de la música. Siempre me sentí inspirada por los estilos de mis bandas favoritas, y comencé intentando replicar o adaptar los vestuarios que veía en ellos. Pero me di cuenta de que no existía exactamente lo que imaginaba, así que empecé a transformar lo que tenía a mano. Fue en ese proceso —entre la búsqueda, la experimentación y la necesidad de crear algo propio— donde supe que esto no era solo una pasión, sino mi camino profesional.

¿De qué manera consideras que tu trabajo como diseñadora refleja la identidad de las mujeres chilenas?

Comencé en el mundo del diseño desde la sastrería y el vestuario masculino. Desde ahí aprendí a valorar la estructura, el detalle y la precisión, y con el tiempo empecé a trasladar esos códigos al vestuario femenino. Fue un proceso muy orgánico, porque vi cómo muchas mujeres —especialmente chilenas— buscaban expresar fuerza sin perder sensibilidad, elegancia sin renunciar a la comodidad o la identidad.

Mi trabajo refleja a esa mujer chilena que ha aprendido a moverse entre lo tradicional y lo contemporáneo, que lleva historia en la piel pero también cuestiona y transforma. ⁠Busco reflejar la fuerza, la versatilidad y la profundidad emocional de las mujeres chilenas. Hay una mezcla única en nosotras: somos resilientes, creativas, muchas veces silenciosas pero intensamente poderosas. Cada prenda que creo tiene algo de historia, de memoria, y también de proyección: porque creo en vestir a mujeres que no solo quieren verse bien, sino sentirse representadas y empoderadas.

Proyectar a Chile desde el diseño

⁠¿Cómo crees que tu propuesta aporta a proyectar la imagen de Chile a nivel internacional?

Llevar piezas hechas en Chile a pasarelas internacionales es una forma de decir: aquí también hay talento, visión y oficio. Mi trabajo proyecta a Chile como un país que no sólo exporta materias primas, sino también ideas, arte y diseño con profundidad. En este caso no solo pasarelas si no también festivales de cine como Cannes, Museo del Prado etc. A través de cada prenda busco visibilizar la fuerza creativa que existe en nuestro país, destacando una estética con carácter propio, pero capaz de dialogar con lo que se está haciendo en el mundo. Pero siempre con la visión de cada persona a quien visto.
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Si pudieras vestir a Chile como país para una pasarela internacional, ¿cómo sería ese outfit?

Chile no sería un look estático, sería una metamorfosis constante, como sus estaciones. Un outfit que se transforma mientras avanza por la pasarela, que muestre la diversidad, la resiliencia, la belleza y la fuerza de nuestra tierra.

Vestiría a Chile con una nueva sastrería elegante y moderna, que refleje su alma diversa y contrastada. Un traje de líneas limpias y poderosas, con colores que hablen de nuestro paisaje: ocre del desierto, verde del bosque, turquesa del Pacífico. Cobre en los detalles, textiles con historia, y una silueta que mezcla fuerza y sensibilidad. Sería un look que camina con identidad, mostrando que Chile es raíz, evolución y belleza en constante movimiento

Si tu próxima colección se inspirara en un lugar no convencional de Chile (un desierto, un bosque, una fiesta costumbrista), ¿cuál sería y por qué?

Me inspiraría en los hielos, en la Antártica Chilena. Ese blanco puro de hielos milenarios, ese silencio profundo al final del mundo, me alucina. Hay algo sagrado en amanecer en ese frío, con los tonos del sol tiñendo el paisaje en rosados, dorados y azules pálidos. Es una belleza que no grita, que se impone desde la quietud. De ahí saldría una colección etérea, minimalista, elegante, como si cada prenda respirara ese aire limpio y eterno.