Por Grace Keller, directora y fundadora de H2News, Vicepresidenta de H2 Chile y miembro de Women in Green Hydrogen.
No basta con contratar más mujeres. Se requiere una transformación estructural: cambiar la cultura organizacional, garantizar políticas salariales justas, ofrecer oportunidades reales de formación y liderazgo.
La industria del hidrógeno verde en Chile está escribiendo un nuevo capítulo en la historia
energética nacional. Uno que promete innovación, sostenibilidad y desarrollo territorial.
Sin embargo, si este nuevo relato aspira a ser realmente transformador, no puede escribirse sin las mujeres. Hoy, según el último estudio del Ministerio de Energía, a través del Programa Energía Mujeres, la participación femenina representa un 21,3% de la fuerza laboral del sector energético chileno.
Y si hablamos de cargos técnicos u operativos, la cifra cae drásticamente a menos del 5%. En la industria del hidrógeno verde, naciente y en expansión, los datos aún son insuficientes, pero las proyecciones indican que replicará la tendencia masculinizada de las energías tradicionales si no intervenimos desde ya.
Desde H2News hemos sido testigos del crecimiento acelerado de esta industria. Los principales proyectos de hidrógeno presentados al SEIA representan inversiones que exceden los 43 mil millones de dólares. Este impulso es una oportunidad inédita para establecer nuevos estándares, donde la inclusión de mujeres no sea solo un ítem en una licitación, sino una estrategia de competitividad y sostenibilidad. Y no se trata solo de ética o justicia: está demostrado que equipos diversos toman mejores decisiones, innovan más y logran mayores retornos.
El reciente estudio liderado por ChileMujeres y CORFO refuerza esta urgencia. En él se identifican 14 dimensiones clave para integrar la perspectiva de género en las organizaciones, desde el compromiso institucional hasta la infraestructura, la cadena de suministro y la corresponsabilidad parental.
No basta con contratar más mujeres. Se requiere una transformación estructural: cambiar la cultura organizacional, garantizar políticas salariales justas, ofrecer oportunidades reales de formación y liderazgo, y establecer protocolos contra el acoso y la discriminación.
Desde nuestra posición en la industria hemos avanzado. El Plan de Acción de Hidrógeno Verde 2023–2030 incorpora un enfoque transversal de género, y el nuevo Programa de Financiamiento CORFO para proyectos de H2V exige la implementación de planes de igualdad. Pero aún falta conectar estas políticas con lo que ocurre en las faenas, en los territorios, en los equipos. La inclusión real se juega en el día a día, no en los PowerPoint. Por eso también celebramos el trabajo de redes como Women in Green Hydrogen, que desde una mirada internacional promueven el liderazgo femenino y crean puentes entre
expertas del mundo. En Chile, esta red ha sido clave para visibilizar los desafíos, pero sobre todo, las soluciones. Mujeres brillantes ya están liderando laboratorios, diseñando proyectos, negociando con bancos, dirigiendo empresas. Lo que necesitamos es que no sean la excepción, sino la norma.
Chile tiene la oportunidad de convertirse en un hub global de hidrógeno verde. Pero ese liderazgo debe ser también social. Una industria que excluye al 50% de la población no puede considerarse sostenible. La transición energética no será justa si no estamos incluidas las mujeres.
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