Junio 15, 2025 #Chile país de mujeres #Chile Sustentable #Columnas #Minería

Columna | Tres claves para la minería del futuro

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Columna Amparo Cornejo

Por Amparo Cornejo, Directora de Imagen de Chile y Chief Sustainability Officer de Teck

En solo unas pocas décadas, la gran minería se ha transformado radicalmente, y ha comenzado a delinear el carácter que esta industria, esencial para el futuro del planeta, tendrá en los años que siguen: cuidado y respeto con el medioambiente; una relación más próxima y colaborativa con las comunidades y una nueva cultura organizacional.

La minería se está definiendo por la forma en la que se relaciona en los territorios donde está presente y con las comunidades con las cuales convive. No es coincidencia, entonces, que estos ejes sean también los que la Fundación Imagen de Chile esté potenciando al mundo.

En primer lugar, su relación con el medioambiente ha evolucionado de modo contundente, a la par con la conciencia de que el futuro de la minería depende del bienestar de nuestro planeta… y también viceversa.

La minería es esencial para la descarbonización; gracias a ella, los metales críticos están y estarán disponibles para asegurar la transición eléctrica, clave en el combate al cambio climático. Necesitamos garantizar una producción creciente, entre otras cosas, para conducir la electricidad que moverá al mundo en la segunda mitad de este siglo.

Pero la minería debe hacerse parte del compromiso con un planeta más limpio no solo a partir de su propósito, sino también de sus procesos. Las plantas desaladoras, por ejemplo, son hoy una respuesta importante para que la mayoría de las grandes mineras dejen de utilizar agua dulce y puedan devolver esa agua a sus entornos y comunidades, donde, dado el avance de la desertificación, es fundamental.

Un mismo compromiso existe respecto del manejo de relaves y de la rehabilitación de la vida silvestre. Teck, concretamente, está en camino a alcanzar su objetivo de ser “nature positive”, es decir, de ir más allá de compensar su impacto y aportar a que entornos delicados tengan su supervivencia y crecimiento asegurados.

En segundo lugar, la relación de la minería con las comunidades se encamina hacia otro pie, y ese es un paso que ya estamos dando. Estamos hablando no ya de una relación de mínimos, sino de un diálogo que comienza antes de la llegada de un proyecto, que busca responder a las inquietudes de las personas y, más que eso, aportar a su desarrollo, apoyarlos en sus proyectos y potenciar el desarrollo económico, comercial y humano en las regiones que operamos.

En esto, nuestra operación Quebrada Blanca, en Chile, ha sido ejemplar, no solo con proyectos educativos, de salud, de emprendimiento y de fortalecimiento de capacidades locales, sino también con esfuerzos compartidos de capacitación, innovación y desarrollo de ciencias. Esta debería ser, en adelante, la norma.

Y, en tercer lugar, la minería, como industria de futuro, debe ser un espacio de inclusión, de diversidad y de encuentro entre distintas perspectivas y personas. La incorporación de más mujeres en condiciones de equidad y con opciones reales de desarrollo, y las adaptaciones en la cultura corporativa para que eso ocurra de manera virtuosa ya están en marcha. Una cultura de respeto y de bienestar en la minería, sin embargo, también debe incorporar más jóvenes, más perspectiva y vivencia local, más diversidad.

Estas tres claves tienen un factor común: conectar con las personas. Porque la minería se está definiendo por la forma en la que se relaciona en los territorios donde está presente y con las comunidades con las cuales convive. No es coincidencia, entonces, que estos ejes sean también los que la Fundación Imagen de Chile esté potenciando al mundo porque Chile no solo ha sido un país minero en el pasado, lo es hoy y está mirando al futuro con proyección internacional.

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